Para nadie es secreto que los adolescentes son reclutados por el crimen organizado, quienes los utilizan para cometer todo tipo de delitos, y es que se inclinan en este grupo por varias razones, la primera de ellas es porque son fáciles de enganchar, pues les ofrecen todo tipo de drogas,
alcohol y dinero, pero sobre todo poder criminal, y la segunda razón es porque las sanciones a los adolescentes no son tan gravosas como lo son para los adultos.
Y es que recientemente salió a la luz pública tras la detención de Ovidio Guzmán, que éste reclutaba a niños y jóvenes en Sinaloa, quienes eran utilizados como halcones, narcomenudistas, vigilantes de casas de seguridad, sicarios, empaquetadores de droga, o bien, participaban en el secuestro de personas, también se dijo que es muy probable que actualmente sigan en las calles realizando las mismas funciones.
Pero, dicho modus operandis no es exclusivo de un cartel, sino que también lo encontramos visible en esta frontera, y es que la delincuencia organizada busca a sus nuevos integrantes en los barrios mas pobres, en entornos de abandono, negligencia, desigualdad, violencia familiar y ausencia de figuras familiares.
Ahora bien, cuando hablamos de adolescentes nos referimos a toda persona de doce años cumplidos y menos de dieciocho años de edad, quienes, en caso de cometer un delito, son juzgados de forma diferenciada a la de los adultos, en un sistema especial. En cambio, los menores de doce años a quienes se atribuya la comisión de un delito están exentos de responsabilidad y no estarán sujetos a un procedimiento penal que pueda concluir con algún tipo de sanción, sino que se adoptarán las medidas pertinentes que se vinculan con la supervisión de su padre, madre, o ambos, o de su representante. Por tanto, los menores de doce años son excluidos de su responsabilidad penal porque carecen de madurez como pilar básico de la imputabilidad, y por tanto no pueden ser objeto de un procedimiento penal.
Es por ello que la delincuencia organizada también se ha inclinado a reclutar niños y niñas menores de doce años, precisamente porque están exentos de responsabilidad.
En cuanto a los datos duros, los especialistas manejan distintas cifras, por ejemplo, el periodista Héctor de Mauleón refiere que tal vez 30,000 niños mexicanos están haciendo hoy labores para el crimen organizado, asimismo la Asociación Civil Cauce Ciudadano refiere que, hasta 2013, alrededor de 24 mil menores se habían integrado al Cartel de Sinaloa, cerca de 17 mil colaboraban con los Zetas y otros 7,500 se ubicaban en las filas de La Familia Michoacana.
Diversas organizaciones civiles han señalado que entre el 1º de diciembre de 2006 y el 31 de octubre de 2013, mil 873 adolescentes fueron asesinados; precisando que dicha tasa se incrementa en estados como Guerrero y Chihuahua.
En Chihuahua no contamos con datos estadísticos que nos permita conocer la participación de los niños, niñas y adolescentes, son cifras negras, a las que no se tiene acceso, porque ni siquiera se cuenta con ellas.
Por otra parte, ya se observan labores de intervención en ciertas zonas de esta ciudad, como lo es en Riberas del Bravo con talleres y terapias que buscan prevenir y reducir la violencia, con la participación del Empresariado Chihuahuense, A. C. (FECHAC), Secretaría de Desarrollo Humano y Bien Común (SDHBC) de Gobierno del Estado de Chihuahua y Crecimiento Humano y Educación para la Paz, A. C. (CHEPAZ) como lo indica información publicada en este medio informativo (El Diario 31/01/23). Esfuerzos que sin duda son necesarios para atender a estos grupos de la población en zonas que por mucho tiempo han permanecido olvidadas y marginadas, sin embargo, esperemos que llegue a toda la cuidad, porque son cada vez más sectores en la ciudad en donde se están presentando hechos de violencia extrema, cuyas víctimas mortales son adolescentes, como es el caso del fraccionamiento Hacienda de las Torres Universidad, en donde se encontraron recientemente a tres mujeres degolladas, una de ellas menor de edad.
Por ende, urge por parte del estado una política integral que atienda a nuestros niños, niñas y adolescentes, pues de no actuar con prontitud se corre el riesgo de que el crimen organizado los capte y los perdamos para siempre.